Los árboles mueren de pie.

Tu mitad enterrada, oculta, te ancla.
Tu mitad mostrada hace respirar al mundo.
Hubo un tiempo en el que creí que no palpitabas.
Te confundí con un almacén de madera,
con un cajón de fruta.
sólo porque caminas tan despacio
que parece que no te mueves.

Ahora que te miro con el ojo del silencio
puedo ver como nutres la tierra que te nutre
y como danzas en la quietud.

Te mueves parado sobre las hojas secas;
haces círculos en el tiempo.

Eres semilla y árbol.
Eres paz y eres sombra,
eres calor y eres guitarra,
eres mesa y eres nido
y yo aún soy para tí como el rayo.

Los maestros que saben te imitan.

P.D. Dedicado al membrillero, que durante tantos años, ofreció su sombra fresca a mis padres en los calurosos días de verano.

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