La selección de alumnos al iniciar un proyecto Etcote

Final del proceso formativo para los alumnos de los proyectos que comenzaron en diciembre del año 2006. Es la hora de valorar el curso, aspectos positivos y detalles a mejorar para el curso que viene. Uno de estos aspectos en los que se debe mejorar es en la selección de los alumnos al comienzo del programa.

Voy a dar mi opinión, no soy partidario de dar validez a todos los perfiles de alumnos, sea cual sea su procedencia, sin tener en cuenta sus aptitudes ni sus actitudes, anteriores al ingreso en la escuela, al menos mientras las etcote carezcan de profesionales adecuados para ello, es un gran error.
El perfil de estos jóvenes debe reunir unas condiciones generales determinadas que faciliten el éxito del proceso formativo, no es ninguna aberración comentarlo de esta manera, los certificados de profesionalidad que impartimos, exigen una serie de requisitos, que además están basados en la filosofía del programa que es aprender un oficio para posteriormente poder desarrollarlo de manera autónoma.

Todos sabemos que en las escuelas taller se admite actualmente a los alumnos sin tener en cuenta este detalle tan importante que es la selección y es una de las quejas más frecuentes de los docentes y monitores que imparten los diferentes oficios. Estos profesionales, se encuentran habitualmente con grandes dificultades en el desarrollo de la acción formativa debido a:
  • Ingreso en la escuela de alumnos inmigrantes, sin ninguna formación anterior y con grandes dificultades en el dominio del idioma.
  • Ingreso en la escuela de alumnos derivados de colectivos de servicios sociales -familias desestructuradas, alcoholismo, consumo de drogas, con antecedentes de violencia, individuos marginales, etc.-
Debemos recordar que los profesionales que son contratados para impartir la docencia en estos centros, lo son por su experiencia en el oficio, tanto teórica como práctica y que por lo general carecemos de los recursos necesarios para trabajar con estos colectivos, que seguramente serían objeto de otra acción formativa, mucho más concreta y positiva para ellos, antes de acceder al aprendizaje de un oficio en una escuela taller, que por lo general carece de infraestructura adecuada para trabajar la inserción social de estas personas. Para los que no conocen el programa, se pueden hacer una idea del sobreesfuerzo que ha supuesto para estos docentes y monitores, intentar formar a un grupo de alumnos con condiciones tan dispares. Un gran esfuerzo por aprender nuevas técnicas y metodologías, aparte de sacar mucha paciencia y grandes dosis de ilusión, no se sabe muy bien de dónde.

A veces incluso hemos tenido que soportar amenazas directas de los alumnos o los padres de estos: ¡al final de clase te espero a la salida!.
Podemos realizar un esfuerzo por intentar el cambio en algún caso particular, pero lo que no podemos admitir es convertir los talleres en casas de beneficencia de delincuentes, ( y no es ninguna broma), algo que a veces nos proponen desde los servicios sociales de los ayuntamientos.

Uniendo todos estos aspectos, este final de escuela viene marcada por una incidencia que hace tiempo no conocíamos, la crisis que afecta al país y que por supuesto ha hecho mella también en las escuelas taller, especialmente cuando hablamos de tantos por ciento de inserción laboral.

Un compañero, J. Campos, me comentaba hace algunos años que con la subida del paro, nuestro trabajo sería mayor y por supuesto introduciría cambios en el perfil de los alumnos que se incorporan a nuestros proyectos. Efectivamente, solamente basta con pegar un vistazo por las numerosas fichas de solicitud de incorporación al nuevo proyecto, para darse cuenta de que algo está cambiando en cuanto a los perfiles de los alumnos que se acercan en busca de la formación en la escuela taller. Una edad mayor, con experiencia en algún oficio y en el paro en la actualidad, con mayor formación (por lo menos saber leer y escribir) y seguramente con mayores expectativas, por ejemplo la de formarse en otro oficio diferente y el cual no este en recesión.

Tengamos en cuenta este aspecto, seleccionemos correctamente, pues parece indicar que volvemos de nuevo a dar un giro en la procedencia del alumnado, que se acerca más al origen de nuestro programa. Jóvenes desempleados, de entre 17 y 25 años, que prefieren aprender trabajando y con la ilusión PROPIA de capacitarse en un oficio con el que ganarse la vida el día de mañana.

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