El Jardín Japonés.-


Calma después de la tempestad. Para un occidental hay pocas cosas más fascinantes y desconcertantes que la complejidad de significados que puede aportar un jardín japonés. La composición de un diseño por medio de arenas, piedras, musgo y bambú, árboles y estanques elegantes, puentes y templos de tejados suavemente curvos.

La yuxtaposición de elementos esta gobernada por reglas muy estrictas, basadas en verdaderas tradiciones japonesas. Sin duda intentaban reflejar la conjunción del yin y el yang. El yin refleja la tortuga, elemento terrestre femenino y el yang, el ave que atraviesa el cielo, elemento conquistador masculino.



El jardín de los templos se considera como un elemento estrechamente relacionado con la vida de la comunidad, la arena de la que surgen rocas, estos “huesos” de la tierra, puede ser un eco distante del recinto sintoísta, donde los espíritus ancestrales pueden comunicarse con los hombres. Los senderos formados por piedras irregularmente espaciadas, pueden considerarse que representan una difícil senda de montaña. Sin duda podemos considerar el jardín japonés como un jardín simbólico.

La escala es importante en este tipo de jardines, ya que estos no suelen ser demasiado grandes. Los aspectos elaborados por el hombre son intencionados, contenidos e inmaculados con un uso consciente de los pavimentos, las gravas (en Japón se rastrillan para hacerlas más auténticas) y grandes piedras lisas; todos estos elementos son el resultado de los antiguos y compejos procesos de la filosofía oriental. El efecto global es el de una calma controlada.

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