Yo quise aprender en una Escuela Taller, en respuesta a a D. Mustafa Aberchán (Presidente de Cpm).-
No sólo me ayudaron a convertirme en profesional, además me inculcaron un montón de cosas, compañerismo, trabajo en equipo, responsabilidad, sacrificio, afán de superación, me convirtieron en una persona empleable.
Tuve 20 años yo también, no aproveche los estudios como tocaba, tal y como le pasa a muchísimos jóvenes de este país. Ocurrió en tiempos de pérdidas de puestos de trabajo enormes y con cifras espeluznantes de desempleo. Yo quería trabajar, en ese momento no creía en estudiar. Pero me faltaba preparación para acceder al mercado de trabajo.
Entonces se me presento una alternativa genial, aprender trabajando. El ingreso en la Escuela Taller, marcaría para siempre mi futuro profesional. Allí comencé a adquirir multitud de conocimientos y destrezas del oficio de mantenimiento, construcción y rehabilitación de espacios verdes. Gracias a mi paso por la escuela taller, conseguí un oficio y seguí completando mi formación profesional con la realización de diferentes cursos y seminarios. Incluso me pague de mi bolsillo varios cursos universitarios, entre ellos el de poda de altura en la Universidad de Alcalá de Henares.
Aquellos profesionales que me ayudaron a insertarme en el mercado de trabajo, mis monitores de la escuela taller, consiguieron que al final de los tres años que duró el proyecto, pasara de ser un joven con pocas esperanzas en el futuro, a un profesional del sector y siempre les estaré agradecido. No sólo me ayudaron a convertirme en profesional, además me inculcaron un montón de cosas, compañerismo, trabajo en equipo, responsabilidad, sacrificio, afán de superación, en fin me convirtieron en una persona empleable.
Como aquel jovenzuelo de los ochenta, muchísimos más han pasado por estos centros de formación. Muchos consiguieron su objetivo, la inserción laboral y se llevaron junto a ella algo que durante toda su vida formativa, nadie había podido conseguir, fomentar su empleabilidad. Sólo la mezcla entre el trabajo y la formación, el aprender trabajando, había conseguido que se lograra este doble objetivo final.
Son tiempos difíciles los actuales, pero desde las escuelas taller se ha remado y mucho, nos hemos adaptado a los tiempos, a los de bonanza y a los de crisis. Hemos sido capaces de moldearnos al diferente tipo de alumnado. Hemos trabajado con alumnos que presentaban mayores aptitudes, de la misma manera que lo hicimos con con aquellos que no presentaban este perfil, con mayores dificultades para el aprendizaje y con otros problemas, más de índole de mínima adaptación social. Pero hay también estuvimos dando el callo y logrando resultados muy positivos, tanto de inserción como de formación.
Ahora que la palabra recorte también ha llegado a nuestro entorno es el momento de valorar. El otro día leía unas palabras del presidente de CpM, Mustafa Aberchán, en las cuales descartaba la iniciativa de las escuelas–taller en las que se enseña un oficio a los alumnos, puesto que las experiencias realizadas en los últimos años no han obtenido los resultados que se esperaban.
¿Resultados?, ¿Qué resultados valora usted?. Nuestra enseñanza no se puede medir ni por dinero invertido, ni tampoco por el porcentaje de inserción cuando se destruye más empleo del que se crea. Nuestra rentabilidad se mide en base al cambio que supone el aprendizaje que hemos procurado a todos estos jóvenes, en la preparación profesional y humana que les hemos proporcionado y que hasta ahora no habían conseguido por los medios formales, en su etapa escolar, le recalco, en muchos casos después de pasar 8 cursos completos en la educación obligatoria.
No nos desprecie Señor Aberchán y si desconoce nuestro programa le invito a conocerlo profundamente, de cursar las opiniones y las encuestas de satisfacción de nuestros alumnos, a conocer sus prácticas y sus actividades laborales en diferentes proyectos, en la multitud de servicios que realizamos para los entes promotores, que no se valoran económicamente, lástima, porqué de esta manera seguramente le sonrojaríamos después de sus declaraciones, y especialmente para demostrarle el cambio que han llevado a cabo nuestros chicos respecto a su empleabilidad.
A su entera disposición nos encontramos todas las personas que nos sentimos orgullosas de pertenecer a este colectivo que combina la formación y el empleo. Optamos apostar por este proyecto de formación, cuando nos hubiera sido más sencillo ganar mucho más dinero en nuestra oficio en épocas de bonanza económica.
Por cierto, no olvide usted que desde hace un tiempo impartimos los contenidos del certificado de profesionalidad correspondiente, algo que usted me explicará como se realizará cuando los jóvenes accedan a sus disparatados planes de empleo. No en vano le propongo yo una alternativa eficaz: ¿Porque no creamos un entramado real entre las escuelas taller y las empresas, para que después del proceso formativo, los alumnos accedan con la preparación suficiente a su primer puesto de trabajo?. Es cuestión de buscar soluciones, no de favorecer sólo al empresario, por favor no se olvide del alumno y de su correcto proceso formativo.
Aquellos profesionales que me ayudaron a insertarme en el mercado de trabajo, mis monitores de la escuela taller, consiguieron que al final de los tres años que duró el proyecto, pasara de ser un joven con pocas esperanzas en el futuro, a un profesional del sector y siempre les estaré agradecido. No sólo me ayudaron a convertirme en profesional, además me inculcaron un montón de cosas, compañerismo, trabajo en equipo, responsabilidad, sacrificio, afán de superación, en fin me convirtieron en una persona empleable.
Como aquel jovenzuelo de los ochenta, muchísimos más han pasado por estos centros de formación. Muchos consiguieron su objetivo, la inserción laboral y se llevaron junto a ella algo que durante toda su vida formativa, nadie había podido conseguir, fomentar su empleabilidad. Sólo la mezcla entre el trabajo y la formación, el aprender trabajando, había conseguido que se lograra este doble objetivo final.
Son tiempos difíciles los actuales, pero desde las escuelas taller se ha remado y mucho, nos hemos adaptado a los tiempos, a los de bonanza y a los de crisis. Hemos sido capaces de moldearnos al diferente tipo de alumnado. Hemos trabajado con alumnos que presentaban mayores aptitudes, de la misma manera que lo hicimos con con aquellos que no presentaban este perfil, con mayores dificultades para el aprendizaje y con otros problemas, más de índole de mínima adaptación social. Pero hay también estuvimos dando el callo y logrando resultados muy positivos, tanto de inserción como de formación.
Ahora que la palabra recorte también ha llegado a nuestro entorno es el momento de valorar. El otro día leía unas palabras del presidente de CpM, Mustafa Aberchán, en las cuales descartaba la iniciativa de las escuelas–taller en las que se enseña un oficio a los alumnos, puesto que las experiencias realizadas en los últimos años no han obtenido los resultados que se esperaban.
¿Resultados?, ¿Qué resultados valora usted?. Nuestra enseñanza no se puede medir ni por dinero invertido, ni tampoco por el porcentaje de inserción cuando se destruye más empleo del que se crea. Nuestra rentabilidad se mide en base al cambio que supone el aprendizaje que hemos procurado a todos estos jóvenes, en la preparación profesional y humana que les hemos proporcionado y que hasta ahora no habían conseguido por los medios formales, en su etapa escolar, le recalco, en muchos casos después de pasar 8 cursos completos en la educación obligatoria.
No nos desprecie Señor Aberchán y si desconoce nuestro programa le invito a conocerlo profundamente, de cursar las opiniones y las encuestas de satisfacción de nuestros alumnos, a conocer sus prácticas y sus actividades laborales en diferentes proyectos, en la multitud de servicios que realizamos para los entes promotores, que no se valoran económicamente, lástima, porqué de esta manera seguramente le sonrojaríamos después de sus declaraciones, y especialmente para demostrarle el cambio que han llevado a cabo nuestros chicos respecto a su empleabilidad.
A su entera disposición nos encontramos todas las personas que nos sentimos orgullosas de pertenecer a este colectivo que combina la formación y el empleo. Optamos apostar por este proyecto de formación, cuando nos hubiera sido más sencillo ganar mucho más dinero en nuestra oficio en épocas de bonanza económica.
Por cierto, no olvide usted que desde hace un tiempo impartimos los contenidos del certificado de profesionalidad correspondiente, algo que usted me explicará como se realizará cuando los jóvenes accedan a sus disparatados planes de empleo. No en vano le propongo yo una alternativa eficaz: ¿Porque no creamos un entramado real entre las escuelas taller y las empresas, para que después del proceso formativo, los alumnos accedan con la preparación suficiente a su primer puesto de trabajo?. Es cuestión de buscar soluciones, no de favorecer sólo al empresario, por favor no se olvide del alumno y de su correcto proceso formativo.
Hola Pablo, creo que tu experiencia en las escuelas taller vista desde la perspectiva de alumno primero y como docente despues te hace describir de sin faltar una coma en que consisten estos programas. Respecto a las palabras de este señor solo hay que remitirse a los hechos, y algo que lleva funcionando mas de veinte años seguramente debe estar dando hasta el momento buenos resultados. Otra cosa es que como todo, los programas etcote puedan ser susceptibles de mejora y eso es lo que deberian hacer, ponerse manos a kla obra y cambiar este ir para atrás como los cangrejos. Un beset
ResponderEliminarXaludos Colegas ...(;-D
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