Imidacloprid y las abejas, mala relación, por abc.-
La
desaparición masiva de cientos de millones de abejas en todo el mundo
preocupa a los científicos desde hace años. El número de estos insectos
ha disminuido de forma desmesurada, una crisis que llaman el problema
del colapso de las colonias (CCD,
por sus siglas en inglés) y cuyo origen todavía no ha sido resuelto.
Ahora, dos investigaciones, un británica y otra francesa, publicadas en
la revista Science, señalan que un pesticida ampliamente utilizado para proteger los cultivos puede ser el causante de esta trágica desaparición. Según los investigadores, el plaguicida desorienta a estos insectos hasta el punto de que son incapaces de regresar a su colmena, reduce el tamaño de las colonias y hace desaparecer a las reinas.
«Algunas
especies de abejorros se han reducido enormemente. Por ejemplo, en
Norteamérica, varias especies que solían ser comunes han desaparecido
más o menos de todo el continente. En Reino Unido, tres se han
extinguido», dice Dave Goulson, de la británica Universidad de Stirling.
Los investigadores ya habían propuesto múltiples causas para dar una
explicación al brutal descenso de abejas, incluidos los pesticidas, pero
no estaba claro cómo producían el daño. Los dos nuevos estudios
publicados en Science se fijan en los efectos de los insecticidas neonicotinoides,
que fueron introducidos en los 90 y se han convertido en uno de los más
utilizados en cultivos de todo el mundo. Estos compuestos actúan sobre
el sistema nervioso central del insecto.
En el estudio de Stirling, el equipo expuso colonias de abejorro común Bombus terrestris a niveles bajos de un neonicotinoide llamado imidacloprid.
Las dosis fueron comparables a las que las abejas reciben con
frecuencia en la naturaleza. Después, los investigadores colocaron las
colonias en un lugar cerrado donde los ejemplares podían buscar comida
en condiciones naturales durante seis semanas. Al principio y al final
del experimento, los investigadores pesaron cada uno de los nidos de
abejorro -que incluía a los insectos, la cera, la miel, las larvas y el
polen- para determinar cuánto había crecido la colonia.
Comparadas con las colonias de control que no habían sido expuestas al pesticida, las colonias tratadas ganaron menos peso, lo que sugiere que había entrado menos comida. Las colonias tratadas eran de un 8 a un 12% más pequeñas que las de control al final del experimento y el porcentaje de producción de reinas se redujo en un 85%. Este último hallazgo es particularmente importante porque significa que habrá muchos menos nidos el próximo año.
Abejas desorientadas
El
segundo informe, este de un equipo del Instituto Nacional Francés para
la Investigación Agrícola (INRA), en Avignon, descubrió que la
exposición a un segundo pesticida neonicotinoide afecta a la capacidad
de orientación de las abejas, provocando que muchas mueran.
Los
científicos pegaron al tórax de las abejas un identificador por
radiofrecuencia, unos microchips que permiten realizar un seguimiento de
sus movimientos. Después, los investigadores dieron a algunas de las
abejas una dosis no mortal de plaguicida tiametoxam. Comparados con los
que no fueron expuestos a plaguicidas, los insectos tratados tenían de dos a tres veces más probabilidades de morir fuera de sus colmenas. Los científicos franceses creen que, probablemente, estas muertes se produjeron debido a que el plaguicida interfirió con los sistemas de orientación de las abejas.
En
la segunda parte de su estudio, los investigadores utilizaron los datos
del experimento de seguimiento para desarrollar un modelo matemático
que pueda predecir el futuro de la abejas expuestas a este tóxico. Los
resultados fueron nefastos: el modelo señaló que las poblaciones de abejas expuestas a este pesticida pueden disminuir hasta un punto prácticamente irrecuperable.
Los
autores señalan que a pesar de que a los fabricantes se les exige que
sus dosis de pesticidas permanezcan por debajo de los niveles letales
para las abejas, los estudios utilizados para determinar ese nivel de
mortalidad probablemente han subestimado las formas en que los productos
pueden matar a las abejas indirectamente, por ejemplo, al interferir
con sus sistemas de orientación y modificar su conducta.
Los abejorros y las abejas juegan
un papel fundamental en la polonización de las plantas con flores,
incluidos muchos de los principales cultivos de frutas y hortalizas.
Cada año, por ejemplo, colmenas de abejas se transportan para ayudar a
la polinización de los cultivos de almendras, manzanas o arándanos. Sin ellas, la humanidad se juega su supervivencia.
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