La Belleza del Trabajo del Podador.


El incluir la trepa de árboles en nuestras actividades no es casual. El contacto directo en una línea de respeto y conocimiento, con el medio natural a través de su máximo representante hará valorar de una manera emocional y racional la relación que tienen todos los organismos entre si, sus necesidades y las nuestras. No hay que olvidar que también formamos parte de la Naturaleza (es más, actualmente somos su mayor desestabilizador; algo que, evidentemente, nos acabará repercutiendo como ya está pasando).

La actividad de trepar pone también en contacto la psicomotricidad gruesa (todo el cuerpo interviene en el proceso de trepar) y la psicomotricidad fina (en lo referente a manejo de aparatos de ascenso o descenso). A todo esto, estamos en contacto con un ser vivo abierto a ser descubierto y conocido.

La ausencia de contacto con el suelo es una experiencia altamente satisfactoria (similar a volar) que levanta otro mundo de sensaciones. Sobre todo, como es el caso, con unas medidas de seguridad y anclaje extremadas y correctas. El dominio de la individualidad corporal ayudará a la valoración del individuo, a reforzar la propia autoestima.


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