"La formación de la madera de reacción en los árboles, necesaria para enderezar el tronco hacia la vertical o para compensar las cargas en direcciones específicas (e.g. vientos predominantes, crecimiento inclinado) y el mecanismo de reestructuración en los huesos son quizás los ejemplos más conocidos y los mejor documentados. Lo que muestran estos ejemplos de diseño mecánico adaptativo es que durante el crecimiento, la flexibilidad de diseño intrínseca, debido a la combinación de los materiales reforzados con fibras, la organización en diferentes niveles de jerarquía y la interacción entre ellos, convergen hacia una solución específica necesaria para una situación concreta en la que se ha desarrollado" .
"Los tallos de los árboles son una de las más impresionantes construcciones mecánicas de la naturaleza". Los mejores ejemplos de diseños mecánicos "adaptativos" son los huesos y los árboles. En los árboles, cuando las circunstancias mecánicas lo requieren, se produce un tipo especial de madera en los anillos anuales sucesivos, con diferente orientación de microfibrillas de celulosa y estructura celular.
Los árboles son los seres vivos más grandes que jamás han poblado la
Tierra, pudiendo tener más de cien metros de altura, masas de varios
miles de toneladas y alcanzar edades de varios miles de años.
Para
conseguirlo, entre otros condicionantes funcionales, los árboles deben
hacer frente a todo tipo de cargas mecánicas. Así, para cumplir con
estos requisitos estructurales, los árboles cuentan con la madera, un
material excepcional desde un punto de vista mecánico, y ofrecen un
sinnúmero de estrategias de diseño que van desde garantizar la
estabilidad estructural hasta ofrecer un adecuado factor de seguridad
empleando una cantidad mínima de material, con la consecuente eficiencia
metabólica. De esta forma, este trabajo presenta las estrategias más
importantes de crecimiento, anatomía y morfología que emplean las
principales familias de plantas arborescentes, las gimnospermas y las
angiospermas, destacando especialmente las características de los
materiales naturales vegetales, que poseen una organización jerárquica y
que, en la mayoría de los casos, son materiales compuestos reforzados
con fibras, materiales con estructura celular, o ambos, como la madera.
En las plantas, la estructura principal sujeta otra parte por encima del
suelo. Por ejemplo, en una planta, el tallo, las ramas y las raíces
tienen la tarea de levantar las hojas por encima de las de otras plantas
competidoras, ya que estas hojas deben aprovechar la luz solar para
ofrecer la energía necesaria para el crecimiento y la reproducción de la
planta.
Para cumplir con estos requisitos mecánicos, los árboles cuentan con un
sofisticado diseño mecánico, y tienen un material de ingeniería único:
la madera. De este modo combinan la resistencia, la flexibilidad y la
rigidez, e incluso pueden responder a su entorno y, por tanto, cambiar
su diseño. Ello les permite desplegar las hojas usando un mínimo de
material estructural.
Aunque las diferentes familias de plantas arborescentes experimentan
cargas mecánicas similares, cada familia posee estrategias de
crecimiento, anatomía y morfología diferentes. La mayoría de los tejidos biológicos están hechos de fibras poliméricas.
Dos de las fibras más abundantes en la naturaleza son la celulosa y el
colágeno. La celulosa se encuentra predominantemente en las plantas,
aunque también es producida por algunas bacterias, y es uno de los
principales constituyentes de la pared celular vegetal.
Pese a que la microestructura de las paredes celulares vegetales varía en
los diferentes tipos de plantas, en términos generales, las fibras de
celulosa refuerzan una matriz de hemicelulosa y, o bien lignina o
pectina, dispuesta en una o varias capas. El contenido en volumen de
fibra de celulosa y su orientación varían entre una capa y otra, así
como la estructura geométrica de las células vegetales: desde células
prismáticas en disposición de nido de abeja, en el caso de la madera, y
células poliédricas de parénquima con forma de espuma con celdas
cerradas rellenas de líquido, en el caso de las manzanas y las patatas,
hasta materiales compuestos de estas dos estructuras celulares, como en
el caso de los tallos de palmeras arborescentes.
La disposición de los
cuatro elementos básicos en la pared celular de las plantas y las
variaciones en la estructura celular ofrecen una amplia variedad de
propiedades mecánicas: módulos de Young que varían desde 0,3 MPa en la
parénquima hasta los 30 GPa en las palmeras más densas (100.000 veces
mayor), y resistencias a compresión de 0,3 MPa en la parénquima contra
300 MPa en palmeras de alta densidad (1.000 veces mayor). Lo interesante
es que hay plantas que tienen materiales vegetales con módulos
elásticos y resistencias que abarcan casi todo este intervalo de valores.
Materiales celulares
Los materiales con una estructura celular abundan en la naturaleza e
incluyen los que tienen celdas prismáticas con disposición de nido de
abeja, como la madera y el corcho, o los que cuentan con celdas
poliédricas, como los núcleos de tallos de plantas y los huesos
esponjosos. También están las estructuras sándwich naturales con núcleos
ligeros, como las hojas largas y estrechas de las iridáceas, y como los
huesos tipo cáscara (e.g. el cráneo). Las estructuras tubulares
naturales, como los tallos de bambú, tienen con frecuencia un núcleo
tipo nido de abeja o un núcleo esponjoso que está envuelto en una
cáscara cilíndrica externa más densa, aumentando así la resistencia de
la cáscara a fallos por pandeo local (e.g. en los tallos de las
plantas). Desde un punto de vista mecánico, estos materiales naturales
celulares son eficientes: la microestructura en forma de panel de abeja
de la madera, por ejemplo, ofrece un comportamiento mecánico
excepcionalmente alto para resistir flexión y pandeo.
Las características microestructurales de los sólidos celulares que
afectan su comportamiento mecánico se pueden observar con mayor
facilidad en las estructuras artificiales tipo nido de abeja o en las
espumas artificiales.
Las estructuras tipo nido de abeja, con sus celdas
prismáticas, se denominan como sólidos celulares bidimensionales,
mientras que las espumas, con sus celdas poliédricas, son sólidos
celulares tridimensionales. La densidad relativa es la densidad del
sólido celular dividida por la densidad del sólido del que está hecho, y
es equivalente a la fracción en volumen del sólido. Las espumas pueden
ser abiertas (con material sólido únicamente en los bordes de los
poliedros) o cerradas (con membranas sólidas sobre las caras de los
poliedros). Las propiedades de una espuma dependen de las del sólido que
constituye el material celular; en el caso de materiales como la
madera, las paredes celulares son, a su vez, materiales compuestos
laminados reforzados con fibras.
Por otro lado, la madera también tiene una desventaja estructural:
como sus células son alargadas y tienen forma de tubos de pared delgada,
tienen una propensión a pandearse cuando están bajo la acción de cargas
de compresión. Esto hace que la madera sea aproximadamente la mitad de
resistente a compresión que a tracción .
ESTRATEGIAS ESTRUCTURALES DE LAS PLANTAS LIGNIFICADAS
En contraposición a las monocotiledóneas, a medida que los árboles
van creciendo las propiedades del material se van adaptando a la
respectiva geometría de los tallos. Cuando el árbol es joven tiene una
forma esbelta (fina) con un momento de inercia comparativamente bajo; el
momento de inercia, /, de una sección circular es proporcional al
diámetro elevado a la cuarta potencia, i.e.
d4.
Matemáticamente:
Asimismo, la deflexión máxima, δ
max
, que experimenta un elemento estructural recto de longitud
H
empotrado en un extremo y libre en el otro, como en el caso de un
árbol, y sometido a una carga puntual, P, en el extremo libre (tal y
como se esquematiza en la, se puede calcular como:
y reemplazando la ecuación (4) en la ecuación (5):
De este modo, un árbol joven y esbelto puede evitar las cargas de
viento deflectándose, empleando un material flexible y resistente. Por
el contrario, en un árbol adulto, y grueso, las cargas de viento se
soportan con un material de alta rigidez a la flexión, que se consigue
mediante dos posibles estrategias.
La primera, es mediante la formación permanente de nuevas capas de la
pared celular y la lignificación de las paredes celulares existentes, lo
que ofrece una mayor acumulación de material, aumentando la densidad
del tejido y, en consecuencia, incrementando el módulo elástico. Durante
el crecimiento de la planta, esta deposición consecutiva de capas forma
la estructura multilaminar de la pared celular.
La segunda estrategia, consiste en un aumento del diámetro mediante crecimiento secundario,
lo que redunda en un considerable aumento del momento de inercia: si el
diámetro de un tronco se duplica, su momento de inercia, y en
consecuencia su rigidez a flexión -ver ecuaciones (4) y (6)- se
multiplica por 16.
A nivel bioquímico, la distribución de los ángulos de microfibrillas
de celulosa, AMF, puede cambiar mediante la sección transversal del
tronco de un árbol. Para las maderas de gimnospermas (especies con
semillas desnudas, coloquialmente conocidas como coniferas), y para
algunas maderas de angiospermas (especies con flores, coloquialmente
conocidas como frondosas), en especial en los árboles más viejos, el AMF
disminuye desde un valor alto en la médula (aproximadamente 40°) hasta
valores muy pequeños cerca de la corteza. Como el tronco va aumentando
de diámetro mediante la adición de los anillos anuales en el exterior,
la historia de un árbol se va registrando según la sucesión de dichos
anillos. Por tanto, el hecho de que el ángulo de microfibrillas
disminuya desde la médula hasta la corteza indica que los árboles más
jóvenes están optimizados para la flexibilidad, mientras que cuando el
árbol se hace mayor el tronco se va rigidizando y optimizando para
resistir la flexión.
Una posible explicación para este cambio de estrategia podría ser un
compromiso entre la resistencia frente al pandeo, lo que requiere
rigidez, y la flexibilidad bajo cargas de flexión para resistir la
fractura.
Diseño mecánico adaptativo
En biología, el diseño mecánico adaptativo tiene que ver con la
salida de diseño resultante de un conjunto de entradas proveniente de la
evolución o crecimiento de un órgano o de un organismo. Las entradas
pueden ser cargas externas o internas, cambios medioambientales, entre
otros, que se superponen en la información genética disponible. Como la
escala de tiempo evolutiva es muy larga, lo que observamos ahora es el
resultado de todas estas entradas durante largos períodos.
Los mejores ejemplos de diseños mecánicos "adaptativos" son los huesos y los árboles.
En los árboles, cuando las circunstancias mecánicas lo requieren, se
produce un tipo especial de madera en los anillos anuales sucesivos, con
diferente orientación de microfibrillas de celulosa y estructura
celular.
Otros dos tipos de diseño mecánico adaptativo que ocurren en una escala
de tiempo más corta (y por ello, son más observables), y que tiene que
ver con individuos más que con especies, son la tigmorfogénesis; por
ejemplo, cambios en la forma, la estructura, las propiedades del
material..., como resultado de cambios transitorios en las condiciones
del entorno,
y las distintas formas de tropismo, como el heliotropismo en los
girasoles y la reestructuración en los huesos, mencionado anteriormente.
Estos efectos están íntimamente relacionados con el crecimiento y son
buenos ejemplos de modificaciones en el diseño con el fin de resolver
un conjunto específico de condiciones de servicio. La formación de la
madera de reacción en los árboles, necesaria para enderezar el tronco
hacia la vertical o para compensar las cargas en direcciones específicas
(e.g. vientos predominantes, crecimiento inclinado) y el mecanismo de
reestructuración en los huesos son quizás los ejemplos más conocidos y
los mejor documentados. Lo que muestran estos ejemplos de diseño
mecánico adaptativo es que durante el crecimiento, la flexibilidad de
diseño intrínseca, debido a la combinación de los materiales reforzados
con fibras, la organización en diferentes niveles de jerarquía y la
interacción entre ellos, convergen hacia una solución específica
necesaria para una situación concreta en la que se ha desarrollado.
Así, a nivel celular se puede modificar la densidad del tejido y a
nivel bioquímico se pueden modificar los ángulos de microfibrillas de
celulosa y se puede conseguir una lignificación suficiente, con el fin
de adaptar la solución de diseño, aunque sea de manera temporal, según
los cambios en las condiciones circundantes.
De este modo, durante su crecimiento los árboles están en adaptación
permanente y altamente eficiente, aunque lenta. Esta alta flexibilidad
estructural y geométrica de los árboles, combinada con una estrategia de
transporte de agua de alta eficiencia, son las razones por las que los
árboles puedan alcanzar alturas espectaculares, como las secuoyas
gigantes (Secuoia sempervirens) de hasta 115 m en California (Estados Unidos).
Madera de reacción
La madera de reacción, RW (en inglés,
reaction wood), se
forma generalmente como respuesta a una orientación no vertical del
tronco, causada por vientos predominantes, nieve, pendientes inclinadas o
perfiles asimétricos en el follaje. Este tipo anormal de madera se
forma como parte de un proceso de desarrollo cuyo objetivo es reorientar
la inclinación de un tronco, o de una rama, para que el árbol pueda
encontrar una posición más favorable.
Tanto en las especies de angiospermas como en las de gimnospermas, el
tejido de la madera de reacción se asocia frecuentemente con el
crecimiento radial excéntrico del tronco.
Por un lado, en el caso de las gimnospermas a la madera de reacción se le suele llamar madera de compresión, CW (en inglés, compression wood)
ya que suele aparecer en zonas localizadas del árbol sometidas a
tensiones de compresión, en la parte inferior de los tallos inclinados,
como se presenta.
La CW tiene un mayor contenido de lignina, con más subunidades
p-hidroxifenil, y contiene menos celulosa que la madera normal, NW (en
inglés, normal wood). Además, la densidad de la madera de
compresión es hasta un 50% mayor que la de la madera normal. En la CW el
ángulo de microfibrilla de las fibras de celulosa en la capa S2 de la
pared celular es alto, la longitud de las traqueidas es baja, el perfil
de la sección transversal de la célula es más redondeado y los espacios
intercelulares son mayores. Para ángulos de microfibrillas mayores de 45°, las células se expanden en la dirección longitudinal.
Por otro lado, en las especies de angiospermas a la madera de reacción se le llama madera de tracción, TW (en inglés, tension wood) porque aparece en las zonas del árbol sometidas a tensiones de tracción, en la parte superior de los tallos inclinados.
El contenido total de lignina de la TW es menor, el contenido de
celulosa es mayor y el ángulo de microfibrilla es menor que las
correspondientes propiedades de la NW. Para AMF < 45°, las células se contraen en la dirección longitudinal.
A la madera que se produce en el lado de un tallo o una rama opuesto al
que se genera la madera de reacción se le denomina madera opuesta, OW
(en inglés, opposite wood), y se puede ver como una madera que tiene propiedades intermedias entre la NW y la RW.
Pretensionado longitudinal
Los troncos de los árboles deben soportar su propio peso, lo que
origina tensiones de compresión; sin embargo, en la práctica, las
tensiones producidas por los esfuerzos a flexión debidas a las cargas de
viento son siempre mayores y más importantes que las de compresión.
Algo similar sucede con los mástiles de los barcos que soportan
tensiones de compresión cuando se tensan los aparejos.
De hecho, tradicionalmente los armadores de barcos preferían usar
troncos únicos enteros para construir los mástiles de los barcos,
intentando utilizar el árbol en su estado más natural, tanto como fuera
posible. Curiosamente, durante muchos años los ingenieros despreciaron
este conocimiento tradicional; de hecho, lo primero que hacen los
ingenieros con un árbol es cortarlo en pedazos pequeños para después
volver a encolarlos entre sí con el fin de obtener algún tipo de sección
hueca .
En este sentido, para resolver este problema estructural los árboles
emplean un compromiso de diseño, donde las ventajas de tener un material
celular para una alta rigidez a flexión específica origina una baja
resistencia a compresión, debido a las propiedades tanto de la fibra
como de la estructura celular.
Sin embargo, este compromiso se puede compensar mediante un crecimiento
diferenciado de las distintas partes del tronco, de manera que este
queda pretensionado, con las capas más externas sometidas a tensiones de
tracción para compensar las bajas propiedades a compresión de la madera.
Ya que los árboles tienen que resistir cargas que actúan en cualquier
dirección, según los "caprichos" del viento, la solución idónea se
consigue mediante una sección simétrica, normalmente circular. En una
sección sin pretensionado, como la que se presenta en la FIGURA la distribución de tensiones es lineal, y las tensiones máximas de
compresión, C, y tracción, T, tienen la misma magnitud y se localizan en
la periferia de la sección, en el punto más alejado del centro. En tal
caso, cuando la tensión máxima de compresión alcance el valor de la
correspondiente resistencia (i.e. 27 MPa), el árbol empezará a romperse
por el lado de compresión.
Para resolver este problema, el árbol consigue crecer de forma que
las fibras de madera de la parte exterior quedan sometidas a un
pretensionado a tracción, de unos 14 MPa, mientras que la madera de la
parte central del árbol queda trabajando a compresión, para equilibrar
la carga vertical total. Así, la distribución de tensiones en una
sección del tronco sigue un patrón similar al de la FIGURA. De esta forma, si se superponen las distribuciones de las FIGURAS se obtiene la distribución de tensiones de un árbol pretensionado
sometido a cargas de flexión por la acción del viento. Con esta
estrategia, el árbol consigue reducir considerablemente la tensión
máxima de compresión y, por tanto, aumenta su resistencia real a
flexión. Por supuesto, el valor de la tensión máxima a tracción aumenta
pero justamente la madera tiene generalmente una resistencia a tracción
mayor que a compresión.
Pero, ¿cómo lo hacen? Inmediatamente después de que las células
nacen, empiezan a diferenciarse y pasan por un largo proceso de
"maduración" que dura varios días. Durante la diferenciación, a medida
que la lignina se va depositando en la pared celular, la matriz de
celulosa amorfa se hincha transversalmente; además, cuando la celulosa
cristaliza, las micro-fibrillas se encogen longitudinalmente. El efecto
combinado del hinchamiento transversal y del encogimiento longitudinal
da como resultado una contracción longitudinal de las células de madera,
que se representa esquemáticamente en la mediante flechas negras.
Sin embargo, como estas células de madera diferenciadas no pueden
contraerse totalmente, ya que están pegadas a las antiguas células
rígidas ya lignificadas, originan tensiones mecánicas de tracción en la
pared celular.
Estas "tensiones de maduración", que se manifiestan en forma de
deformaciones residuales a lo largo del eje longitudinal, solo se pueden
liberar cortando la madera.
En consecuencia, las células de madera que están en la superficie
exterior, justo por debajo de la corteza, quedan sometidas a tracción,
estirándose longitudinalmente y comprimiéndose en dirección transversal.
En contraposición, a medida que se va acumulando madera nueva, año tras
año, en la superficie del árbol, las células de madera en el interior
del tronco se irán comprimiendo lentamente, hasta que estén
completamente sometidas a tensiones de compresión.
A este gradiente de tensiones mecánicas en el tronco, con el exterior a
tracción y el interior a compresión, se le llama tensiones de
crecimiento y puede ser altamente perjudicial para la calidad de la
madera, originando deformaciones de flexión y de torsión de tablas y
tablones así como agrietamiento transversal de troncos que han sido cortados. En la FIGURA se puede apreciar el uso de grapas transversales para prevenir el
agrietamiento, posterior al corte del tronco, debido a las tensiones de
crecimiento.
ESTRATEGIAS ESTRUCTURALES DE LAS PLANTAS NO LIGNIFICADAS
A modo comparativo con respecto a los árboles, se presentan a
continuación las estrategias estructurales de las plantas no
lignificadas.
Presión de turgencia
A diferencia de los animales o los ingenieros, las plantas no
producen masas sólidas de material estructural. En contraposición, las
plantas podrían describirse como sólidos celulares, ya que su esqueleto
está compuesto por las paredes que rodean todas sus células. La pared
celular de la planta es en realidad un material compuesto fibroso,
formado por microfibrillas de celulosa ubicadas dentro de una matriz que
se compone en gran parte de las hemicelulosas y, a menudo, rigidizadas
mediante la incorporación de lignina. La pared celular se arriostra para
evitar el colapso por el contenido líquido de la celda, que empuja
hacia el exterior con una presión de turgencia de hasta 2 MPa. Por
tanto, cada célula está soportada por su propio esqueleto hidrostático.
Sin embargo, las células que tienen paredes lignificadas gruesas no
requieren presión de turgencia, y pueden proporcionar apoyo, incluso
cuando están muertas y sus contenidos celulares han desaparecido
1.
Del mismo modo, para conseguir rigidez estructural, las plantas no
lignificadas, aquellas que se caracterizan por tener una estructura no
leñosa, dependen del control de esta presión de turgencia dentro de las
células, pretensionando las fibras de celulosa dentro de las paredes
celulares (normalmente hasta 200 MPa) a expensas de la compresión del
fluido.
Monocotiledóneas
Son tan grandes las ventajas de ser un árbol, que algunos de ellos
han evolucionado a partir de un grupo de plantas con flores, las
monocotiledóneas, que hace tiempo perdieron la capacidad de generar
crecimiento secundario.
Las plantas, a diferencia de los animales, continúan creciendo a lo
largo de toda su vida. Este crecimiento se origina en regiones
localizadas de tejidos embrionarios permanentes, llamados meristemas.
Los meristemas que están en los extremos de las raíces y los tallos se
denominan meristemas apicales y están relacionados con la extensión de
la planta. El crecimiento que se da a partir de los meristemas apicales
se denomina crecimiento primario. El crecimiento secundario, que origina
el engrosamiento de los tallos, las ramas y las raíces, se origina a
partir de dos meristemas laterales: el cambium vascular y el cortical.
De esta forma, el crecimiento de las plantas monocotiledóneas se
limita al crecimiento primario, lo que significa que la sección
transversal del tallo está más o menos predefinida, con muy pocas
posibilidades para la planta de aumentar sus dimensiones transversales,
i.e. su diámetro. De este modo, una planta monocotiledónea, al igual que
una palmera de gran altura, tiene desde el principio de su crecimiento
un gran diámetro del tallo.
Por ejemplo, en palmeras jóvenes (cortas), la rigidez específica a
flexión del material es menos relevante que el diámetro del tallo, ya
que dicho tallo está sobredimensionado. A pesar de ello, durante el
crecimiento y aumento de la altura de la planta se necesita una
adaptación de material que garantice una mayor rigidez del tejido.
Así, las palmeras, al carecer de crecimiento secundario, no son capaces de formar nuevo material a lo largo del tallo.
De esta forma, tanto los tejidos parenquimáticos como las fibras de
soporte permanecen vivos durante toda la vida de la planta. Sin embargo,
como estos procesos de adaptación se limitan a un determinado diámetro
del tallo, la estrategia de crecimiento de las palmeras para aumentar la
rigidez a la flexión es más limitada que la estrategia de los árboles.
Esta podría ser una razón importante por la que las palmeras no llegan a
las alturas de los árboles
. Aunque hay excepciones como la palma de cera del Quindío,
Ceroxylon quindiuense, una palma nativa de los valles andinos de Colombia que crece hasta 60 m.
A pesar de ello, la estrategia de las palmeras tiene dos desventajas:
que el diámetro del tallo en la base tiene que ser el mismo que el que
tendrá la planta cuando alcance su altura máxima, lo que hace que las
palmeras crezcan muy lentamente al principio, en comparación con los
árboles, y que las palmeras no tienen capacidad para ramificarse porque
tienen solo una yema terminal y por tanto una sola corona de hojas, al
igual que los helechos arborescentes.
El presente artículo trata sobre las principales estrategias
estructurales de los árboles, a la luz de las características de
crecimiento, anatomía y morfología de las diferentes familias de plantas
arborescentes: gimnospermas y angiospermas.
Dichas estrategias son las
responsables de que, con respecto a otras plantas, los árboles tengan
una ventaja competitiva, la gran altura, para aprovechar la energía
solar que garantice el crecimiento y la reproducción de la planta. Para
llegar a tener grandes alturas, algunos de hasta 100 m, los árboles
deben soportar cargas mecánicas considerables.
El primer aspecto mecánico que trata el artículo es el de la
estabilidad estructural de las plantas terrestres, para hacer frente al
efecto combinado de las cargas estáticas (e.g. su propio peso, el peso
de la nieve) y dinámicas (e.g. las cargas de viento).
Posteriormente, se
presentan las ventajas estructurales desde el punto de vista de los
materiales naturales vegetales, que se deben a la organización
jerárquica de los materiales biológicos, y a que en la mayoría de los
casos se tratan de materiales compuestos reforzados con fibras o de
materiales celulares, o ambos. Se indican además, a modo comparativo,
las estrategias mecánicas de las plantas no lignificadas, haciendo
énfasis en la presión de turgencia. Para terminar, se presentan las
estrategias estructurales de los árboles a partir de un diseño mecánico
adaptativo, destacando el papel de la madera de reacción, tanto en
gimnospermas (madera de compresión) como en angiospermas (madera de
tracción), y del pretensionado longitudinal para compensar que la madera
presenta generalmente un peor comportamiento mecánico a compresión que a
tracción.
Así, este trabajo busca unir dos áreas de conocimiento
complementarias, la botánica y la ingeniería, para explicar conceptos
estructurales presentes en las especies arborescentes a partir de
fundamentos de la mecánica, ilustrar las principales estrategias
mecánicas de los árboles y ofrecer un punto de partida ante la posible
utilización de los árboles como referentes mecánicos para el desarrollo
de sistemas estructurales artificiales.
Autor: Gustavo Vargas. Grupo 'Materiales+Tecnologías'. Departamento de Ingeniería Mecánica. Universidad del País Vasco (UPV/EHU). E- 20018 San Sebastián, España. E-mail: gustavo.vargas@ehu.es
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