"En mí vida utilicé agroquímicos" ‘Debemos aprender a leer la naturaleza"
"A medida que el cambio climático alteró los hábitats, las especies abandonaron algunas áreas y se trasladaron a otras, llevándose sus virus consigo. Esto no solo alteró las regiones donde los virus están presentes, sino que muy probablemente permitió nuevas interacciones entre animales y virus, lo que provocó la aparición, transmisión y evolución de nuevos virus”.
Así explicaron investigadores de la Universidad de Cambridge la relación entre el cambio climático y el virus del COVID-19, en una evidencia ya de cómo la pérdida de biodiversidad y la ampliación de la frontera o huella urbana está conspirando contra las especies de flora y fauna, pero sobre todo contra el mismo hombre, que es hoy más vulnerable por cuenta de su propia capacidad depredadora del medio ambiente.
En la actualidad, el mal manejo de residuos sólidos, la deforestación de los bosques, la contaminación de las cuencas hídricas, la falta de arbolado urbano, son algunos de elementos que impactan directamente en esa pérdida de biodiversidad.
En Colombia, un país completamente megadiverso y con vacíos legales en temas de protección, además con una creciente inseguridad para los defensores ambientales, el activismo por la biodiversidad se está desarrollando desde los barrios de las ciudades, las universidades, los grupos de activistas y todos apuntan al mismo objetivo: salvar al planeta, la casa de todos.
Uno de esos líderes es el profesor Miguelángel Sierra. Él es biólogo, arbolista, analista y activista ambiental, integrante del Instituto Latinoamericano de Arboricultura, director de la Fundación Biosierra y miembro de la Asociación Colombiana de Arboricultura. LA Network dialogó con él para conocer sus impresiones en relación con los diferentes temas asociados a la biodiversidad en las ciudades latinoamericanas.
¿Cuál es hoy el principal problema de biodiversidad que enfrentamos en Latinoamérica?
Es una pregunta compleja de responder, porque son múltiples los escenarios que hoy provocan esa problemática. Por ejemplo, la tala indiscriminada que hoy viene ocurriendo en la Amazonia genera un alto impacto en la pérdida de biodiversidad. El crecimiento demográfico en las ciudades también impacta sobre la pérdida de biodiversidad, por algo que se denomina “perturbación intermedia”, y que afecta considerablemente a la frontera biótica de los bosques urbanos y periurbanos.
¿A qué hace referencia ese concepto de “perturbación intermedia”?
Las perturbaciones hasta cierto grado de intensidad o frecuencia disminuyen las poblaciones de especies naturales. Pasado ese grado intermedio de perturbación, esta sería demasiado fuerte para ser tolerada por cualquiera de los dos tipos de especies (flora y fauna), disminuyendo indistintamente sus poblaciones, desapareciendo muchas de ellas y, por tanto, disminuyendo la diversidad biológica.
Y, en relación con esas dificultades, ¿por qué parece cada vez más ineficiente la labor de los gobiernos en todas sus instancias? ¿Es falta de voluntad política, desconocimiento o falta de expertos asesores?
Considero que son múltiples factores, entre ellos están: la falta de conciencia y de preparación de parte de quienes toman decisiones, además de no saber cómo leer la naturaleza de las cosas. Además de afectar la conectividad que ejercen los recursos naturales en todos los seres vivos, sin tener en cuenta el impacto biótico y abiótico que representa la explotación de los recursos naturales a cualquier precio.
Para el caso de Colombia, ¿cómo está actualmente planteado el modelo de conservación de páramos, manglares y humedales?
En Colombia existe hoy una Ley de páramos, que, en mi concepto es un saludo a la bandera, ya que está sujeta a unos dineros que nunca son empleados en lo que se deberían usar. Además, la explotación minera genera un gran impacto en los humedales, aunque pocos los comprendan. En el caso de los manglares las políticas públicas, al igual que la de páramos, es bastante frágil y nada práctica; produce risa que el artículo 128 inciso 1o. del Decreto 1681 de 1978, ordena declarar dignos de protección a los manglares, estuarios, meandros y ciénagas.
Por otro lado, Miguel, y en un tema en el que usted es un férreo defensor y conocedor, ¿es Colombia un país que apueste por la protección del arbolado urbano?
No. En Colombia existe un sinnúmero de leyes y decretos que sin duda son elementos decorativos frente a los árboles. Sin embargo, no se tiene una normatividad especifica hacia la protección del árbol urbano, por consiguiente, todo es perfecto para quienes les gusta afectarlos.
Si tuviera que destacar un caso de éxito en Latinoamérica por su efectiva protección del árbol urbano, ¿qué experiencia compartiría?
Conozco varios, como el caso de Chile con la @RedArbolUrbano; en Colombia tenemos @Lamaradelosar y un caso de éxito total es @SiembraBaq, ya que desde lo público-privado se ha logrado una transformación de la ciudad de Barranquilla de una manera increíble con base en el árbol urbano.
Una reflexión final: Teniendo en Latinoamérica tanta riqueza en materia de biodiversidad, ¿por qué sufrimos tanto los problemas que el deterioro de la tierra conlleva? ¿Culpables los gobiernos o las comunidades? ¿Qué se debe hacer?
En principio, creo que debemos reaprender a leer. La pregunta es: ¿Leer qué? debemos aprender a leer la naturaleza, a comprender los ciclos bióticos que oferta cada uno de los ecosistemas establecidos en cada ciudad y país, para conservar y proteger lo que aún tenemos.
Extracto de la entrevista al profesor de la escuela de arboricultura en LANETWORK
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